martes, 21 de junio de 2011

Cantabria depende de ti por Susana Poveda y Juan Kalos Perez

Cantabria depende de ti porque tu haces Cantabria, por acción u omisión, que sea lo que es a día de hoy. Y su futuro, lo creas o no, pasa por tus manos. Sus esperanzas, sueños, alegrías, tristezas, potencialidades... están al alcance de tu mano, si tienes la valentía de reconocer que son retos tuyos, porque tu tierra cántabra es tu nexo de unión con el mundo, tu espacio en la globalización, tu aporte a las culturas y a la economía global, sin olvidar nunca que es la tierra de tus antepasados y en la que las generaciones pasadas pusieron su corazón y su alma para hacer de ti y de tu tierra lo que hoy es. Y que tu responsabilidad con las futuras generaciones es apostar en igual medida, y arriesgar por hacerlo posible.

En 1981, hace 30 años, una generación de cántabros apostó por una realidad llamada Cantabria como su espacio de convivencia y de desarrollo de su forma de ser, de su economía y de sus ideas políticas. Nadie esperaba a Cantabria. Y la “lógica” llevó a pensar a muchos que debiera ser esa salida al mar de Burgos, esa provincia marítima de Castilla y León. Pero ahí estuvieron el manifiesto de los 100 y ADIC para empezar a dar forma otra cosa que el pueblo demandaba y que cuajó en esta comunidad propia, cuyo estatuto ha sido reformado varias veces, la última en 1998, con la aceptación de ser “Comunidad Histórica”, que no región. Cantabria no es una región, pues tiene identidad propia, una lengua propia y una historia que la hace especial. Quizás la única mácula del proceso es que debía de haberse puesto en evidencia con una consulta popular que ratificara esa voluntad plasmada en 1981 de tener una comunidad propia y un estatuto propio, callando a futuro a muchos que han puesto en cuestión el auto-gobierno Cántabro.

Al norte el Mar Cantábrico (en la Bahía de Bizkaia), al Oeste Asturias, al Este Bizkaia y Euskadi y al sur Castilla y León. Esta es la descripción “tradicional”. Pero la historia no es una línea ascendente en continua progresión. Es algo que forjan sus gentes. Y aunque la historia siempre la escriben los vencedores, siempre hay rescoldos para contar la otra historia de los pueblos. Y es que el hoy territorio de Cantabria fue en su día parte del Reino de Navarra (en el barrio santanderino de Cueto hubo un castillo que ejerció de frontera), o de Asturias (la provincia de las 9 villas, con centro en Santillana). O, efectivamente, el sur, parte de la provincia de Toro, que digamos, podría verse reflejado en ese queso de gruyere, con enclaves palentinos en la zona sur de Cantabria, la que linda con la hoy Castilla y León. O que tuvo su propia Casa de Juntas, como la de Avellaneda, en las encartaciones. Aunque ésta, a diferencia de la cántabra, acabó por integrarse en la provincia de Bizkaia, aunque ambas habían formado parte del anterior Señorío de Bizkaia. Por tanto, hace no mucho, teníamos Astures al oeste, Bizkaia al Este, y Castilla al Sur.

El siglo XVIII y XIX fue decisivo en muchos aspectos para la configuración actual del territorio del estado español. Por un lado Cantabria, quien sabe si rememorando el viejo Ducado de Cantabria, aposto por tener una provincia propia. Y por otro lado vino la arbitraria distribución de provincias de Juan de Burgos, en 1833. Arbitraria porque no ha sido la única opción que, antes o después ha podido vertebrar el territorio, pero que hoy aparece como sagrada, como otros elementos, que, por una razón u otra quedan fuera del debate público. Como que en el estado español hay más lenguas que el euskera, el catalán y el gallego. Como el Asturiano, el Aragonés, el Extremeño o el Cántabro, lengua hoy recluida a unos pocos hablantes, sobre todo en los vallucos, y que merecería ser adoptada como oficial en todo el territorio de Cantabria.

Cantabria nace al mundo autonómico ligada a la economía. Por un lado reclamando, en 1976, un concierto económico. ¿Porqué? Pues porque se demostró con cifras que el retroceso de la economía era un hecho, y que se necesitaba una suerte de instrumentos propios para hacer revertir esa situación de cierta desesperanza y falta de horizontes en lo industrial y financiero. Y, que mejor que poder gestionar los dineros uno mismo, es decir, controlando la hacienda propia? Es a esto a lo que hace referencia la disposición adicional que da carta de naturaleza a los conciertos y convenio de los territorios históricos con derechos de foralidad.

Auto-gobierno significa responsabilidad, porque los instrumentos, como todo, son palancas, que si bien pueden servir para la transformación y el cambio en positivo, al igual que el destino de los pueblos, se encuentran en manos de seres humanos, de cara y ojos, manos y brazos, que son los que deben hacer buenos esos instrumentos y sacarle todo su jugo. A veces no es así, y la gente se lleva desengaños y llega la desesperanza. Es la unión de instrumentos válidos y de personas capaces lo que hace que la dirección de las instituciones (en este caso da igual que sean políticas que económicas que deportivas o cualquier otra) la que garantiza el éxito. Y la confianza en lo propio. Siendo críticos, pero siempre en positivo, para mejorar lo existente.

30 años después de lograr la entrada en vigor del estatuto que tanto costó (las enmiendas del PRC, no presente en el congreso de los diputados, fueron tramitadas y defendidas por el PNV, que fue uno de los primeros en apostar por el auto-gobierno cántabro) habría que señalar que para poder consolidar lo ya alcanzado en primer lugar hay que ser consecuentes y orientar la educación y la formación a socializar la realidad de lo que se es, de lo que se ha sido, del marco de auto-gobierno actual, de las potencialidades y de que no hace falta, como dicen algunos, pactar necesariamente única y exclusivamente con otra comunidad autónoma, Castilla y León. Por cierto. A día de hoy mantienen en la disposición transitoria séptima la opción a integrar allí a Cantabria, opción que se eliminó del estatuto de Cantabria en 1998, en su última revisión. Porque Cantabria debe mirar por si y por su futuro. Y si, por ejemplo, la apuesta eólica era sincera, era una forma de dar empleo, dinero y energía a la comunidad. Pero siempre desde la apuesta propia desde y para la Comunidad de Cantabria. Como debe ser. Y por la misma vía han de ir los convenios de colaboración, en su caso, con comunidades o territorios más o menos limítrofes.

Otro punto interesante, ya señalado, pero que podría resumir una parte de la filosofía de las potencialidades de Cantabria es que la aceptación del estatuto, y sus diferentes desarrollos no significa renuncia alguna a derechos que puedan corresponderle en virtud de su historia. Y por supuesto, sin temor a su actualización. Jefferson, tercer presidente de Estados Unidos, señalaba que todas las generaciones, a su manera, debieran poder hacer su constitución. Por lo que no hay que tener miedo. Ni ha desarrollar la ley de comarcas (para dar forma a los vallucos, ya recogido en el actual estatuto), ni a establecer el cántabro como lengua cooficial, o a dar forma al defensor del pueblo cántabro o el consejo jurídico consultivo, ni a otras apuestas que pueda haber para que cada vez más sean cántabras y cántabros las y los que velen por el desarrollo de la economía, la cultura, la política y otros ámbitos de la vida de Cantabria.

Cantabria tiene futuro y merece la pena apostar por el. Lo tiene porque tiene su pasado, porque tiene su cultura, porque tiene sus instituciones, pasadas, presentes y futuras. Y lo que debe demostrar, o reforzar, es su mayoría de edad, su capacidad de utilizar esos instrumentos para reforzar su forma de ser, para impulsar proyectos propios, de infraestructuras (carreteras o ferrocarriles), y poder apostar desde Cantabria y para Cantabria por el futuro de Cantabria. Ya sabemos que otros que se dan golpes de pecho por Cantabria en el Paseo Pereda al rato están reculando cuando salen de la comunidad. Por eso, y por otras razones, la voz de Cantabria ha de ser la misma en Santander, en Lierganes, en Pancorbo, en Madrid y en Bruselas. La voz de las y los que labran cada día la tierra y el mar de esa Cantabria Infinita, verde como sus prados, azul como su mar y blanca como las nubes del cielo, que nos invita a soñar y a no poner techo a las aspiraciones que legítimamente puedan llegar a tener las y los cántabros. El conocimiento (Formación,I+D+I) es poder. Y querer es poder. Depende de ti pues apostar y dar lo mejor. Cuídala. Es tu Cantabria lo que queda en tus manos. Cantabria depende de ti.